El 68 % de dichos activos es de carácter industrial y logístico, el 26 %, de uso hotelero y turístico, y el 6 %, oficinas.

 

La compañía cierra así su primera operación institucional de 2016 mediante un proceso competitivo en el que se han interesado media docena de inversores y en un segmento de mercado que comienza a mostrar signos de recuperación, siguiendo a otros como el residencial o el del suelo.

 

El banco malo español se constituyó a finales de 2012 como contraprestación de la ayuda de 41.300 millones de euros que concedieron los socios europeos a España para el saneamiento de su sistema financiero.